sábado, 3 de septiembre de 2011

Lecciones

Un rayo en la oscuridad. Una señal desde lo alto que parece no entender. Las miradas lejanas de amigos perdidos en el tiempo, el peso de las palabras y de los hechos; una colección de recuerdos entremezclados y los sentimientos de fama pasajeros, ardientes en su piel. El dolor se apodera de su cuerpo, la melancolía lo invade, y aún no puede descifrar las razones tras su desdicha. ¿El tiempo perdido? ¿El esfuerzo? ¿Las oportunidades dejadas de lado? Las preguntas resuenan en su cabeza; más la incógnita elemental resuena en su cabeza, tan fresca y contundente como hace tantos años, cuando primero apareció en su mente... ¿Todo esto vale la pena? Ya lo han dicho antes: "¿De que te sirve ganar el mundo, si pierdes tu alma?".

Sonriendo entre las heridas, mira a su alrededor y no puede encontrar la salida; demasiado enterrado, involucrado, demasiadas cuestiones y tan pocas certezas. Escapar no es tan fácil o atractivo como pudiera parecer, su mente siempre dispuesta lo perserguirá, persistente hasta el final de los tiempos. Fingiendo el encanto, forzando la alegría, el momento pasajero se vuelve eterno, y la anécdota trivial es un cable a tierra. Lamenta los errores, mas traga en seco cuando tiene que avanzar y ponerle el pecho a la situación. No es momento de hacer ajustes en la balanza. Hoy todo pesa un poco más en su contra. Hoy, él no quiere salirse con la suya.

Con el rostro entre las manos, las canciones triste para sentirse mejor, y el siempre presente anhelo de expurgar las culpas, mira hacia adelante y sabe aún que a pesar de todo, su alma tiene salvación, las oportunidades están ahí a su alcance. Entre los falsos ídolos y las metodologías mundanas, buscando las soluciones más complejas en las explicaciones más elementales, los ojos pesan un poco, y la sonrisa fingida se desvanece. La inspiración repentina se vuelve el enemigo, y la necesidad de catarsis lo envuelve.

Las lágrimas en silencio hoy son más secas que nunca. La dulce amargura, hoy sabe un poco más agria. El dolor pasajero, parece arder y cocerse a fuego lento. Rafael no aprende las lecciones. Sigue buscando los mismos errores en los lugares correctos; sigue esquivando las soluciones y dirigiéndose adonde no debe. Su mente le pesa, su corazón resuena, y esas sombras que proyecta parecen pertenecer a otro hombre. Los lamentos de hoy se ahogarán mañana. A flote saldrá una nueva esperanza, una nueva expectativa. Rafael no se engaña. Conoce el final de esta película. Actor, director, guionista y productor. La banda siguió tocando hasta el final. Y el capitán debe hundirse con su barco.

viernes, 27 de mayo de 2011

Miedo

"Palabras profanas, de tu boca pura" pensaba Rafael, mientras leía una y otra vez la misma oración, tratando de encontrarle un sentido, un significado. El veneno más mortífero suele presentarse en el envase más amistoso. Con dolor se preguntaba cual podía ser tan grandioso premio, tan valiosa recompensa que justificara esa clase de traición. ¿Acaso unos segundos de escasa fama para ahogar la melancolía, la sensación de que el grito constante por llamar un poco la atención finalmente podía apaciguarse por un momento? ¿Que escondemos detrás de cada letra derramada, de cada gesto pronunciado? ¿Cuanto comprometemos de nosotros mismos por agradar al resto? Un momento de discreción, un sonrisa por delante con sabor a puñalada por la espalda. Después de todo, tal vez realmente sea como en aquella canción, que en nuestras vidas no usamos muchos rostros, tan sólo la máscara que vestimos todos los días. Si fuera posible arrancarse un ojo para poder ver mejor; mirar de frente y a la cara, para leer entre las líneas lo que se esconde detrás de esa actuación farsante de todos los días. Algún sabio ya dijo alguna vez, que en el reino de los ciegos, el tuerto es el rey. ¿Pero cuantos roles somos capaces de interpretar? ¿Cuando se termina el guión, y comienza la persona? "La mediocridad para algunos es normal, la locura es poder ver más allá".

Encerrado en su laberinto de preguntas retoricas y frases rabiosas de canciones ajenas, entrecerró sus ojos y volvió a verlo todo. Las decisiones más difíciles de enfrentar en la vida, son las que luego nos regalan una verdadera sensación de libertad. ¿Por que entonces aún se sentía rehén, prisionero? ¿Había tomado la decisión equivocada? O lo que es peor, pero en algún sentido más certero -como todas esas verdades que se imprimen en nuestra piel y en vano tratamos de enjuagar para dejarlas escapar-, tal vez la decisión no había sido difícil en absoluto. Escapar corriendo no es una opción cuando las cadenas siguen presionando tan firmes como la primera vez. Su túnel era aún mas oscuro y solitario de lo que había previsto.

Algunos minutos después, entre el desconsuelo y los constantes delirios de grandeza, se preguntó que tan lejos estaba él de todas esas aspiraciones. Alimentado por ellas es que había llegado hasta este punto, y ciertamente el presente no era tan brillante como había imaginado. Luego necesariamente se obligó a si mismo a recordar la gran distancia que lo separaba a él de los demás, los distintos contextos en que se escriben sus historias, y por qué en vano trata de cambiar las hojas de un libro que ya ha sido escrito. Miró alrededor. Hay cosas que nunca cambiarán en su vida; hay vidas que jamás serán vividas. Rafael se alimenta de las alegrías que lo rodean, pero ultimamente ya no quiere comer. Silencio de nuevo. "¿Lo mataste?". Una y otra vez su mente se se vuele a acelerar y lo abandona; se recuesta sobre su almohada, entre sonrisas y lágrimas, y piensa, recuerda, que él no le teme a la muerte. Pueden atacarlo, pueden lastimarlo, pueden tratar de herirlo. Pero él no teme. Ya se ha enfrentado al mayor de sus miedos, el de estar vivo.

domingo, 23 de enero de 2011

Rutina

Las cuestiones más elementales de la vida no pueden ser resueltas con un simple consejo ambiguo y optimista”, pensó Elena, mientras jugaba con sus dedos con ese sobre de azúcar. Levantando la taza a la altura de sus labios, recordó los acontecimientos de la noche anterior, sonrío, y procuró –como jamás se lo permitía- disfrutar cada trago de ese amargo café. Las penas del Lunes llegarían inevitablemente con las primeras luces del día; de nada servía luchar hoy contra los enemigos de mañana.

¿Cómo enfrentamos nuestros miedos? Elena miraba de reojo su muñeca mientras acomodaba su camisa, corregía su ridículo peinado –día poco favorable, maldita humedad-, y contaba las monedas en su bolsillo. Llegar tarde, verse bien. Ser puntual, resignar el control. La misma discusión de todos los días. Unos minutos de tardanza espantan menos que una mala presentación, pensaba Elena. Al menos esa era su intención, considerando el enorme esfuerzo de cada día por lograr unir la proyección mental con su realidad. Con pasos calculados y reforzados, la aventura del colectivo y las ambiciones de ópera rock camino al trabajo. De las trincheras al frente de batalla, un recorrido de escasos minutos -nunca los suficientes- bajo el sol enemigo. Modo estratega: ¿Anécdota extravagante o dato de curiosidad? ¿Cuál abre mejor las puertas para una nueva jornada? Sin tiempo para pensar, el incidente del ascensor resulta suficiente para arrancar la primera sonrisa de la multitud. El primer paso esta dado, ahora a disimular las demás falencias. Elena se mueve por sus ya bien transitados caminos, entre la admiración y el bajo desempeño, una orquesta de engaños y frases elocuentes para llegar a la mitad del día.

Volando en la ventana, un pájaro magnifico despliega sus alas entre el avión abarrotado, el buque que no quiere dejar puerto, los bocinazos lejanos de la propuesta de turno, y el helicóptero presidencial, recuerdo de que la política y la realidad atraviesa todos nuestros cielos, en los días despejados y en las peores tormentas. Un colega en la distancia habla por teléfono, hace ademanes y se divierte imaginando una vida diferente, con un auto alquilado y un escape de fin de semana. Elena revisa las últimas líneas de su informe, lamenta en voz baja el cansancio y la soledad, sonríe nuevamente y se entrega a la acción. Hoy luce su uniforme más impecable, y aún así se siente fuera de lugar. Vuelve a contar las monedas en su bolsillo, revisa nuevamente su peinado, repite cada uno de sus pasos. Insiste en recordar el incidente del ascensor. Cuando nuestros pasos no son tan largos, al menos que sean profundos, decide Elena, en ese camino de la vida que transita, moviéndose siempre entre sus sabidos puntos de referencia, “yendo la cama al living”.

Elena conquista otro día de ardua lucha, sale triunfante y hasta pasa desapercibida al volver a casa, a esconderse nuevamente detrás del muro. Los enemigos de siempre nos sonríen hasta mañana; nos acostamos entre los desechos de las heridas –las propias, las ajenas, el corazón que rompimos y las ruinas del propio-. Algunas lágrimas sobre la almohada no alcanzan para eclipsar sus logros. No hay descanso posible hasta que llegue el día, el peor enemigo, el esfuerzo, lo nuevo, lo inesperado; entonces vendrá el descanso en paz. ¿Cómo enfrentamos nuestros miedos? Esquivándolos; aferrándonos al arma más eficiente, nuestra rutina de todos los días.