miércoles, 6 de mayo de 2009

Piezas

Fernández miro por sobre su hombro. Noto el sonido incesante de esas teclas trabajadoras, los pasos asustados por las ordenes superiores, hasta pudo escuchar los nervios en el sonido de esa molesta taza de té perdida en la distancia. Entrecerró sus ojos, y por un momento considero la situación. No había vuelta atrás, este es el comienzo de un largo camino. Tantas piedras que hoy lo torturan mañana serán un simple recuerdo; la nostalgia por lo vivido pronto se instalara en su mente, imágenes que recordara con alegría, pero que compartirá a los demás con tristeza. La felicidad de las pequeñas cosas, el sabor de ese primer café con leche, un romance instantáneo que pronto se unirá a la rutina; esos recuerdos, detalles invaluables que nos alegran la existencia.

En su mente una frase, una oración, casi en lo profundo puede admirar sus pensamientos, el camino que lo condujo hasta el lugar preciso, y esa óptica siempre en constante cambio, que hace a las cosas menos brillantes cuando las tenemos al alcance de nuestra mano. Esa idea de “lo que pudo haber sido”, mezclada por el dolor de lo que fue y que jamas llego a ser; el esfuerzo notable por dejar todo a medio hacer. El sonido abunda ahora, todo lo sonoro es mas fuerte, toda la energía comienza a desvanecerse; momento de mirar a la cara y enfrentarse a los ojos, escondiendo los detalles de una larga noche de desesperación, momento de hacerse humano y vivir el momento. Fernández escucha sin pensar, entiende sin comprender, las lecciones se agrupan como notas mentales, se depositan en un inconsciente que todo lo confunde, todo lo condensa; aprieta sus dientes y mira por la ventana. Todo lo que puede ver, es la visión sobre las nubes. Y una tormenta se aproxima.

Entre aquello que es real y lo que es pasajero, la distinción solo se puede encontrar en el tiempo. Inspeccionando de cerca, todas esas piezas se ven muy diferentes; mas observando en la distancia, todas parecen formar la misma imagen en ese gran rompecabezas. Los segundos del reloj avanzan, Fernández entiende que las horas pasan para el mundo pero nada se detiene, los ciclos se intercambian, tiempo de salir del encierro para pasar a la siguiente celda; cambian los uniformes, somos siempre prisioneros. Un instante, un recuerdo, una idea, un momento compartido. Una leve sonrisa e ilusiones. Se sabe en la derrota, pero es buen momento para llevarse por los engaños. Nada de eso es real, pero es justo lo que necesita.